Arden las finales del Oeste
Paul George fue clave en Semifinales de Conferencia. Ahora, tiene que mostrar lo mejor de sí y un poco más. Lue debió cambiar el esquema para adaptarse a su rival de turno. Ayton brilla (y hace rato).
Hola, ¿cómo estás? Dejame adivinar: bien. Bien porque ayer la rompió Middleton, porque el otro día Deandre Ayton salvó un partido arruinado por la terna arbitral y porque, básicamente, los playoffs están hermosos. Salvo por aquél segundo partido entre Milwaukee y Atlanta, claro.
Nosotros también estamos bien porque lanzamos un segundo podcast, El Anexo, que, objetivamente, es muy interesante. Escucha híper recomendada para la previa al quinto partido de Phoenix-Clippers que podría definir al primer finalista.
Dicho eso, qué importante fue Paul George desde la baja de Kawhi Leonard. Lideró la clasificación de los angelinos contra el mejor equipo de la temporada regular. Ahora, queda superar los fantasmas de la falta de confianza.
Otro gran responsable de la victoria de Clippers sobre Utah fue el muy calumniado Tyronn Lue, que advirtió las falencias de la defensa del Jazz y las explotó al máximo. Contra Phoenix, la historia es otra y ya se dio cuenta: Ivica Zubac -quien sufrió un esguince de rodilla y está en duda- tiene mucho más protagonismo en el parqué.
La diferencia clave es la versatilidad de Deandre Ayton en defensa y el hecho de que la ofensiva no gira en torno a él, cómo sí había sucedido con Utah. El pivot bahameño está teniendo una postemporada de ensueño (ojo con la rima) y logró callar las comparaciones con los seleccionados a posteriori en el draft de 2018.
El fantasma de la falta de confianza
Por Manuel Giles
Paul George es uno de los grandes responsables por el que Los Angeles Clippers está donde está. El equipo clasificó por primera vez en 51 años de historia a las finales de la Conferencia Oeste y el número 13 tiene gran parte del mérito. Desde que la gran superestrella del equipo, Kawhi Leonard, se lesionó su rodilla en la mitad de la serie frente a Utah (y aún no regresó), él se cargó la responsabilidad de ser la principal vía por la cual pasen las ofensivas, pareciéndose mucho más a aquel joven desfachatado y atrevido que jugaba hace algunas temporadas en Indiana Pacers.
Sus números lo respaldan: en semifinales promedió 29.0 puntos, 9.5 rebotes y 4.8 asistencias con 44/41.7/89.8 en sus porcentajes de tiro. Ahora contra Phoenix también registra 27.5 tantos, 10.3 tableros y 6.3 asistencias, no sólo cumpliendo como anotador sino también siendo parte en la creación de juego, algo que aprovecharon sus compañeros. Reggie Jackson, la gran revelación de estos playoffs, se postuló como el compañero ideal para PG a la hora de comandar los ataques angelinos.
Pero hay un fantasma que sigue ahí. Ese que se hizo presente en la pasada temporada luego de la estrepitosa eliminación frente a Denver Nuggets, el mismo que amenazó con romper todo este año contra los Dallas Mavericks que forzaron un juego 7. Frente a los de Arizona, sobrevoló en el segundo partido luego de que George errara dos libres con ocho segundos en el reloj para definir el pleito. También en la cuarta presentación, y nuevamente desde la línea de libres para intentar empatar el encuentro. Es ese fantasma de la falta de confianza que no le permite mostrar su máximo potencial en los momentos clave.
Los Clippers tienen hoy un desafío con la historia. 3-1 abajo en la serie, viajan a Phoenix para intentar la épica, algo que no precisamente caracteriza la historia de la franquicia. Si la chance, aunque mínima, aún existe, es porque hay un grupo de jugadores con un gran nivel que puede respaldar las heroicas aspiraciones. Pero sí hay una certeza: para que se mantenga en pie el sueño de acceder por primera vez a las Finales de la NBA, Paul George tiene que ser la mejor versión de sí mismo y un poco más también.
La dificultad de Tyronn Lue para resolver la nueva ecuación
Por Martín Fernández
La lesión de Kawhi Leonard supuso un gran susto para los Clippers en las semifinales de conferencia contra Utah Jazz, pero aún así pudieron imponerse a los líderes del Oeste en la temporada regular. ¿Dio un paso al frente Paul George cuando el equipo lo necesitaba? ¿Terance Mann tuvo un partidazo para cerrar la llave? ¿Donovan Mitchell sufrió los últimos encuentros arrastrando una lesión? Probablemente fueron todos factores influyentes, pero gran parte del mérito, a grandes rasgos, estuvo en la reorganización del sistema por parte del entrenador.
Encontrar la llave del funcionamiento en torno a Rudy Gobert y cómo descifrar la incógnita fue la labor de Ty Lue; el small-ball ofensivamente abierto de los angelinos obligó a la torre francesa a ceder espacio en la pintura y tratar de exponer sus mayores falencias. A pesar de ver comprometido su juego, Quin Snyder no supo encontrar la vuelta para poder contrarrestar esa situación, quizá por no contar con un jugador de la categoría de Gobert para reemplazarlo en cancha, o bien por ser tan dependiente a su presencia para sacar lo mejor del equipo. Así, Clippers se llevó los cuatro partidos corridos después de encontrar la llave en el Game 2.
Sin embargo, las cosas cambiaron al llegar a las Finales. Viajando a Phoenix, Lue optó por utilizar la misma ecuación para tratar de imponerse contra su nuevo rival teniendo a Deandre Ayton en frente. Sin embargo quedó demostrado que el joven pívot y su equipo cuentan con una mayor versatilidad para afrontar ese tipo de desafíos, incluso cuando no pudieron contar con la presencia de Chris Paul en los dos primeros encuentros. Tal vez, la mayor adversidad para los Suns en lo que va de la serie fue la lesión de Devin Booker que lo obligó a llevar una máscara a la que no pudo acostumbrarse en los últimos encuentros.
Probablemente la diferencia entre dos equipos parecidos en cuanto a volúmenes y efectividad de triples como Clippers y Jazz, rasgos centrales en su sistema, yacía en las limitaciones que tenía una de sus figuras. Eso lo supo interpretar Lue, no así la situación siguiente. Si bien los partidos en general estuvieron parejos, los rebotes de Ayton fueron un incordio para el equipo de Los Angeles. Las herramientas de Phoenix parecen más variadas, amoldables, y su entrenador Monty Williams está imponiéndose en el tablero de ajedrez hasta ahora. Hoy, con el match-point y la lesión de Ivica Zubac, su mayor arma reboteadora, la ausencia de Kawhi se hace más presente que nunca.
Silenciar las comparaciones
Por Maximiliano Das
Lejos de ser la equivalencia de Greg Oden, desde ya, recién iniciada su primera temporada en la NBA, Deandre Ayton sufría las odiosas comparaciones con dos jugadores seleccionados poco después que él y, claro, con el pick número uno del draft de 2007 que primereó a Kevin Durant.
En 2018, Luka Doncic fue elegido tercero y Trae Young, quinto, aunque demoró un poco más su explosión y los tendenciosos paralelismos.
Para peor, el bahamenño no tuvo el mejor de los inicios en su carrera profesional. Su equipo tampoco acompañaba: Phoenix acabó último y con un récord de 19-63. Su primer entrenador, Igor Kokoskov, tuvo que dejar el cargo al final de la campaña; Ryan McDonough, mánager general de Suns, fue despedido incluso antes del debut del pivot.
Incluso el envión de la burbuja, aquél 8-0 en el complejo de ESPN, no acabó con los rumores pese a su buen desempeño. Promedió 15 puntos y 9,5 rebotes, pero fue opacado por haberse quedado dormido y saltearse el test de Covid-19 previo al partido contra Washington, al que ingresó como suplente por la demora.
Aquí, algo que se le achacaba: su falta de constancia, impropia de las expectativas que hay sobre una primera selección del draft. Antes del parate por la pandemia, Ayton había sido sancionado por 25 juegos a raíz del consumo de diuréticos, prohibidos en la NBA.
Durante los ocho encuentros en Orlando, el bahameño coqueteó con mejorar su tiro de tres puntos, sin mucha efectividad, pero con posibilidades de mejorarlo. La llegada de Chris Paul a el Valle cambió sus planes. En 14 cotejos de postemporada, Ayton lanzó el 62% de sus tiros desde las cercanías del aro, mientras que sólo el 2% fue de más allá de los cinco metros.
Su mejora, no obstante, no se aprecia tanto en los números como en la importancia de su presencia en el parqué y su entendimiento con Chris Paul, quien siempre hace brillar al pivot que lo acompaña. De hecho, la corriente fue su peor temporada en cuanto a anotación, aunque resulta más atendible por el arribo del base ex Oklahoma City Thunder y Jae Crowder, finalista de la NBA en la burbuja con la casaca de Miami Heat.
Su progreso sí se advierte en otro sentido: las comparaciones callaron. Quizás Phoenix no haya drafteado al mejor jugador de la camada 2018, pero, ahora, a sólo un juego de las Finales, cabe la duda: tal vez sí seleccionaron al que más necesitaban.
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